EL TAITA AGUIRRE – Autor Daniel V. Ponti / Ilustró Orlando Lozada

Publicado por Dario Azumendi en

“Estoy hecho en el ambiente de muchachos calaveras
Entre guapos y malandras me hice taura pa’tallar.”
BIEN PULENTA de D’Arienzo y Varela

Entró al bodegón como si entrara a un escenario.
Bueno, en realidad ese espacio, desde la entrada hasta el
mostrador, oficiaba de escenario para guitarreadas memorables, o
para que un trío de bandoneón, guitarra y bajo, acompañe a un
cantor, o simplemente para hacer bailar a la concurrencia; que a
esa hora, cuando él entró estaba en un descanso.
Alto, imponente en su ajustado traje negro de compadrito, con
su impecable pañuelo blanco con monograma al cuello y sus
relucientes zapatos puntudos.

De inmediato se hizo un silencio de hospital.

El Ñato Cepeda, le alcanzó por sobre el mostrador una seis
cuerdas, y mientras él mirando a la concurrencia, la afinaba, le
sirvió un vaso con caña, que el Taita Aguirre empinó de un trago.
Después ensayó unos arpegios y se largó con lo que tenía
adentro, dirigiéndose a una mesa donde al borde de la pista estaba
con un reducido grupo de amigos Susana, quién en otros tiempos
fuera su amor pasajero.
El tono era calmo, pero desafiante:

“Estoy hecho en el ambiente de muchachos calaveras
entre guapos y malandras me hice taura pa’tallar;
me he jugado sin dar pifias en bulines y carpetas,
me enseñaron a ser vivo muchos vivos de verdad”…

En la mesa hubo miradas incómodas y Susana le puso una
mano en el brazo a la persona que estaba sentada a su lado, que
hizo ademán de levantarse. El Taita, que observó lo que pasaba,
siguió como si nada.

“Yo conozco tantos hombres que eran vivos y eran duchos
y en la cruz de cuatro copas se comieron un garrón”.

La concurrencia estaba pendiente del cantor, especialmente
Susana, que seguía como azorada, ya que no estaba enterada de
que Aguirre estuviera en libertad.

“Siempre sé tener conducta por más contra que me busquen
aunque muchos se embalurden que soy punto pa’currar,
ando chivo con la yuta porque tengo mi rebusque
y me aguanto cualquier copo con las cartas que me dan”.

A esta estrofa le siguieron otras, mientras el cantor con voz
grave y gesto adusto dominaba la escena, y parecía estar dispuesto
a cualquier cosa; aprestándose a terminar con el tango de
D’Arienzo y Varela.

“No me gusta avivar giles que después se me hacen contra,
acostumbro a escuchar mucho, nunca fui conversador.
Y aprendí desde purrete que el que nace calavera
no se tuerce con la mala, ni tampoco es batidor”.

Los presentes aplaudieron efusivamente, como para romper el
hechizo, mientras que el Taita, sin darse vuelta puso la guitarra
sobre el mostrador, y encaminó sus pasos hacia la mesa, donde
Susana le dijo algo a la persona que la acompañaba y se paró para
ofrecerle el brazo a Aguirre, y juntos retirarse de aquel lugar, en
medio del estupor general.

Categorías: Variete