El hombre que bailaba solo.

» It takes two to tango » es una frase idiomática inglesa que se usa para indicar acciones o actividades que no pueden realizarse individualmente. Traducida quiere decir algo así como que “se necesitan dos para bailar un tango”
Sin embrago en enero del 2020, registré algo que me hizo pensar que esa sentencia podía ser refutable.
Durante una de las clases del “6to Salta Festival”, la figura de un joven llamó la atención de mi lente fotográfica y desde la distancia comencé a capturar el devenir del muchacho por el enorme salón.
Bart parecía que bailaba solo, pero en la tensión de su abrazo, a lo que para mí era invisible, me indicaba certeramente la presencia de un dama contra su pecho. Lo pude inferir por la suavidad con que su mano izquierda tomaba en alto la derecha de su compañera, y hasta pude tener noción de las dimensión de la ajustada cintura de la dama.
Una vez más retiré el ojo del visor de la cámara para comprobar que eso que estaba mirando estuviera ocurriendo en el mundo real….
Y sí… estaba ocurriendo.
Bart se desplazaba al compás de la música con el aplomo y elegancia propios de un bailarín experto y trasladando su cuerpo mediante caminatas, giros y traspiés cuidando que su movimientos no rompieran la sincronía con su partener a la que se notaba románticamente unido según la expresión de su rostro que gritaba esa sensación con que suelen envolverse las parejas durante la celebración de cada tango.
En una pausa me acerqué y le confesé cuanto me había impresionado esa expresión artística que acaba de exponer.
Sonriendo y con un evidente acento extranjero agradeció mi elogio y me dio pie a seguir indagando sobre su procedencia y esa técnica tan singular que me transportaba a los versos de “Bailando con Tu sombra (Alelí)”, de Victor Heredia.
Entonces me contó de su origen polaco que su nombre es Bartłomiej, pero sus amigos le dicen Bart y que su pasión por el tango lo había llevado a incursionar en el estudio de la danza. Me comentó que hubo un profesor que le dijo que cuando no hubiera una pareja para practicar podía hacer el ejercicio de imaginarla y entonces hacer añicos la excusa del “no se puede”. Y ese sí me pareció un argumento irrefutable.
Bart siempre regresa a Buenos Aires, un poco por trabajo, otro poco por vacaciones, pero siempre por estudio. Continúa estudiando y aprendido esta danza que lo fascinó y que le abrió sus puertas cosmopolitas para relacionarlo con amigas y amigos milongueros de varias nacionalidades que comparten esta pasión.
Durante esas intensas milongas volví a verlo en la pista danzando con una compañera que, esta vez, se revelaba visible y entonces supe que aquella compañera imaginaria, de talle ajustado y algo pequeño era esa misma mujer cuya cintura ahora rodeaba el abrazo amoroso del bailarín polaco.
Bart no era el único extranjero que ví por esos días y esas noches.
En Buenos Aires y para quienes son habitúes de las milongas porteñas no resulta extraño el interés que despierta el tango en los turistas internacionales. Sin embargo, llama a la reflexión la valoración que se hace de esta danza, patrimonio intangible de la humanidad, tanto en Europa como en Asia y de lo relegada que aparece , respecto de otras danzas tradicionales argentinas en el territorio nacional.
Pocos días después de aquel encuentro en Salta “La Linda”, el mundo cayó bajo el flagelo de la pandemia, imponiendo dolor ante tempranas despedidas, confinamientos mundiales y cancelando abrazos. Y el tango recibió de lleno la estocada que apagó milongas y salones de bailes. Y debimos posponer la ceremonia del cabeceo y el gesto de asentimiento. Y un día nos despertamos y nos sorprendimos siendo miembros de una resistencia milonguera que esperó desesperadamente que el cielo escampase y volvieran a florecer las pistas con el acompasado y seductor llamado del dos por cuatro.
Mientras escribía este texto volví a comunicarme con Bart y me contó que estaba en Buenos Aires, en San Telmo, y me lo imaginé sonriente recorriendo y disfrutando milongas, abrazos y bohemias mesas de amigos unidos por una pasión llamada tango.
