Con el Tango a todas partes. (1° Parte)

Publicado por Sergio M. Coria en

Ana y Guille son dos apasionados del tango que no dejan pasar oportunidad para propagar el tango y promover su baile. En un motorhome recorren Brasil y Argentina para conocer de qué modo se difunde esta danza.

Ana Carolina Amarillo es Dra. en Ciencias Biológicas, investigadora del CONICET preocupada por la contaminación ambiental y apasionada bailarina de tango.

Guillermo David Anastasi es profesor de Tango y maestro de Taekwondo cuyo sueño siempre fue poder vivir de la danza que lo habita desde los 6 años y que encauzó a partir los 9 en la escuela de Juan Carlos Copes.

Ana inició su relación con el tango cuando, en un congreso, vio compañeros de trabajo bailar la danza en una exhibición. En ese tiempo una holandesa que se alojó en su casa comenzó a tomar clases de tango y ella se cuestionó que esta chica extrajera tuviera interés por esa danza que es ignorada por muchos nacionales y entonces también ella tomó algunas clases.

La Intelectual y el Soñador

Corría el año 2009 y Ana salió de una clase de flamenco y se fue a Plaza San Martín, de la cuidad de Córdoba, donde sabía que frecuentemente se realizaban milongas, y como hacía dos años que no bailaba sentía las ganas de retomar los abrazos.

En el paseo se encontró con un maestro de tango escenario que le dijo que él le iba a dar las clases que necesitaba

Guillermo es de Laboulaye (Cba.) y vivía en Villa Carlos Paz (Cba.), pero su anhelo era conquistar la ciudad mas importante de la provincia. Entonces formuló una estrategia que consistía en ir a las plazas donde se hacían las milongas y sacar a bailar a potenciales alumnas.

A poco de ese primer encuentro, surgió el romance y Ana se subió a los sueños de Guillermo y desde entonces es el viento que los impulsa.

De a poco, ella lo acompañaba en las clases y él fue llevándola hacia el tango escenario.

El puente Praga

En 2016 el trabajo de Ana la requiere en República Checa . Y allí comenzaron a bailar en las calles. Ellos habían visto a músicos tocar en la calle, pero no un espectáculo de baile. Y con la incertidumbre del caso, se decidieron y en la ciudad de Brno danzaron en la vía pública dejando a voluntad de los transeúntes la valoración económica de su arte. Y tan bien les fue que desde ese día se plantearon esa práctica como un ingreso de dinero extra. Ya en Praga optaron por bailar en el puente Carlos (Karlův most en checo). Es el puente, ahora peatonal, más viejo de la capital checa, que atraviesa el río Moldava entre la Ciudad Vieja a la Ciudad Pequeña. Tanta fue la gente que congregaron que a poco de iniciar su presentación se produjo un tumulto que cortó el transito de los peatones, lo que motivó la presencia policial para indicar a los artistas que debían trasladar a otro sitio su exhibición. Eran jornadas de temperaturas que rondaban los 10 grados bajo cero y Ana portaba un vestido con la espalda descubierta.

Brno – República Checa

En la República Checa se relacionaban en inglés y quienes pudieron hacerlo expresaron su agradecimiento emocionado hasta las lágrimas ante la entrega de los artistas.

Allí vislumbraron que quizá podían vivir con el arte callejero. “La gente nos regalaba cosas…” recuerda Ana. “De un bar nos trajeron algo para tomar, la gente nos demostraba su emoción…”

Estuvieron diecisiete días en República Checa. Guillermo cuenta: “Dimos clases a un grupo de gente que tomó muy en serio las lecciones y trabajaron mucho porque sabían que teníamos poco más de dos semanas en el país”.

Al regresar a la Argentina, se casaron y mientras Ana continuaba con su trabajo universitario, Guillermo había comenzado a formar nuevos bailarines.

Continuará… 2° Parte, el jueves 17